Mis seres

miércoles, 26 de marzo de 2008

La abeja atrapada


El sábado pasado por la tarde me dirigía yo, bien acompañada, a visitar a una amiga en su casa. Mis intenciones eran de lo más previsibles: estar un rato con Ella (en lo sucesivo "E.", de Elena) y con su otra Amiga (en lo sucesivo V.), charlar con un té y unos roscos de por medio, reír un poco... Todo de lo más anodino. Si no fuera porque en casa de E. nada es anodino.


El hecho de que en el portal de E. alguien hubiera escrito "Sonia" y "Helena" con trazos grandes y vandálicos debió hacerme anticipar algo de lo insólito de los acontecimientos que estaban por venir. Pero mi imaginación nunca habría llegado tan lejos.


En un principio la recepción transcurría bien: la anfitriona nos atendió con la hospitalidad que la caracteriza y vestida con lo último de Titis (Pasarela Paparajote). Iniciamos, como suele ser costumbre, una animada y espontánea conversación a cuatro bandas. Pronto V. empezó a contarnos cómo en plena decadencia de la tradicional contrición de Cuaresma, pocos días atrás, ella había buscado una parroquia y le había confesado al sacerdote de guardia su enfado con la iglesia en los últimos tiempos para que, tras escucharla y sin salir de su asombro, el sacerdote le impusiera una penitencia de tropecientas avemarías. Puedo decir que en aquel momento algo comenzó a olerme a encuentro poco convencional.


Poco después E. propuso: "V., ¿por qué no les enseñamos a nuestros invitados la coreografía de ayer?". A lo que V. respondió con un "sí" rotundo. Apartaron la mesa del comedor, ajustaron las luces de modo que sus siluetas quedaran proyectadas en la pared ("¡sombras, sombras!") y la música comenzó a sonar. Es de justicia subrayar que, pese a cierta descoordinación fruto sin duda de la concepción reciente del baile, el dúo convenció y desprendió un magnetismo que encandiló al público.


Cuando la música cesó se hizo el silencio. Entonces, el buen modo, el comedimiento y la urbanidad abandonaron definitivamente la estancia. Tuvo lugar una situación digna de la peor pesadilla de Bree Van de Kamp. E., como si cualquier cosa, sugirió explorar los canales de la televisión por cable. Sugirió también explorar la opción "Eróticos". Y sugirió insistentemente que optáramos por el canal "Kamasutra". Entonces V., E., R. y yo misma atendimos a la pedagógica explicación de la postura de la "Abeja atrapada" que nos ofrecía una lozana joven con exótico acento. Observábamos sin parpadear. La mujer no se dejó nada en el tintero, ni siquiera el zumbido que debe acompañar a la operación. Mientras ella se extendía en la teoría con tono didáctico, una pareja escenificaba las aplicaciones prácticas.


Y qué más puedo contaros...


Mi conclusión es que una nunca es la misma después de estar en casa de E., ya sea en La Palma o en la Plaza de La Seda. Los límites de lo apropiado se desdibujan y los seres adquieren carta de naturaleza. En su hábitat rige un caos normativo ajeno a cualquier cosa que se haya visto antes.


Pero el caos es un orden maravilloso por descifrar.


Cía3

martes, 4 de marzo de 2008

my favourite smiles


Pasan los días y mi ser melancólico ansía volver a reencontrarse con estas tres sonrisas tan especiales que alegran tanto mi vida. Con estas tres niñas.. Miro vuestra foto, la que tengo encima de mi escritorio y no puedo dejar de sonreir, hacéis que mis días, mis unidades didácticas y mis temas pesen menos.. y que los días que me quedan para que llegue el bendito junio sean menos cansados y amargos.
un besito desde tierras murcianas, mis reinas